Pues eso, dibuja, dibuja, dibuja. Hay que coger el lápiz todos los días, dibujar sin parar, cualquier cosa, lo primero que veas ante ti. Dibuja una línea, luego otra, y no pares. No te pongas ninguna meta, ni esperes nada en el corto plazo. Dibuja y las mejoras llegarán por sí mismas. Dibuja y aprende, aprende de tus dibujos y de tus errores. Dibuja más y sigue aprendiendo. Al final habrás hecho muchos dibujos y solo unos pocos se podrán salvar, pero de todos habrás aprendido.

Para conseguir adelantar en el mundo del dibujo no queda más remedio que hacerse adicto a dibujar. A cada momento, delante de la televisión, cuando te tomas un café, en un banco de un parque, en tu mesa de trabajo. Siempre con el lápiz en la mano, siempre mirando, observando, midiendo con la mirada. Mirar, mirar, observar, hacerlo como si estuvieras con el lápiz en la mano, incluso cuando no lo tienes en la mano. Tienes que hacerte adicto a dibujar, y cuando no puedes dibujar, hacerlo con la mente.

«Uno siempre debe dibujar. Dibujar con los ojos cuando no pueda dibujar con un lápiz» – Balthus (1908-2001)

No hay otra, así funciona esta disciplina, como todas por otra parte o ¿Acaso algo se puede aprender sin practicar, repetir, intentar? De cada dibujo aprenderás algo, adelantarás un poco. No tengas miedo de equivocarte, a caer, si es que se puede emplear este término en el mundo del Arte. No hay caídas en esto del dibujo, solo dibujos que te llevan hacia otros dibujos.

Si una voz te dice en tu interior que no sabes dibujar, dibuja, y la voz se callará» – Vincent Van Gogh (1853-1890)

Cualquier cosa vale para ser dibujada, esto ya lo comenté en otro post, y lo podeis comprobar en los dibujos de este. Pon delante de tí lo que tengas a mano y dibuja. O simplemente dibuja el vaso que tienes delante si estás en una cafetería, la moto que está a la vista. El árbol de la esquina, o el perro durmiendo. De verdad, cualquier cosa vale.

Nunca me cansaré de repetirlo, dibuja, dibuja, dibuja. Disfruta, pero dibuja. Diviértete, pero dibuja.

«Ni un día sin una línea» – Vincent Van Gogh (1853-1890)