El Retrato es sin duda uno de los géneros más complicados, junto con la Figura, dentro del Arte, sea cual sea la técnica que se emplee. Es sin embargo también uno de los más gratificantes que hay. Captar el parecido con el modelo ya es un reto, y conseguirlo ya es satisfactorio, pero si además se logra capturar el alma de ese modelo, entonces la satisfacción que se siente no tiene igual. Por eso solo los más finos pinceles y lápices consiguieron tener auténtico éxito en este campo, y dejar sus nombres escritos para siempre en el Gran Libro del Arte. Podríamos citar a Velazquez o a Rembrandt como dos de los ejemplos más destacados, pero sobran nombres que poner en esta lista, a lo largo de todas las épocas.
Existen retratos desde la noche de los tiempos, en todas las épocas los artistas se dedicaron a retratar a sus semejantes, con todas las técnicas a su alcance, grafito, óleo, acuarela, carboncillo, pastel, etc. Usaron cualquier soporte imaginable, desde pieles curtidas hasta madera, pasando por los más diversos tipos de papel que los artesanos del ramo fueran capaces de producir, cartones, lienzos, telas y cualquier superficie sobre la que se pudiera pintar o dibujar.
Los modelos retratados fueron desde nobles, personajes del momento, grandes jerarcas de la Iglesia, militares gloriosos, hasta mendigos, pilluelos, artesanos, trabajadores esforzados, mujeres, hombres y niños de todas las edades.
Aunque hoy en día las técnicas empleadas son ya muy distintas a las tradicionales, es un género que no ha decaído, basta con darse cuenta de todos los selfies que se hacen al día, alrededor del mundo. Este es dentro del género del retrato el subgénero del autorretrato, que también ha sido muy cultivado a lo largo de la historia.
Es importante enfrentarse a este género en algún momento, es muy instructivo y un gran ejercicio para mejor la capacidad de observación. Cada detalle cuenta y el lugar en el que se pone dentro de la obra es fundamental, para conseguir el objetivo del parecido. Cada sombra, inclinación de una línea, distancia entre elementos, es básico. Se puede matizar, o incluso exagerar como en el caso de la caricatura, pero debe figurar. Hay que decidir que es importante y no puede faltar o que se puede dejar a un lado.
Es un género desde luego muy exigente, pero al mismo apasionante. No dejéis de intentarlo, ya sabéis por el puro placer de disfrutar dibujando
Lo que quiero tener es, ante todo, su sonrisa, y lo que le pido a usted es un retrato de su sonrisa. Frase de «Por el camino de Swann», Marcel Proust
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