Para dibujar, y en general para hacer arte, hay que tener la capacidad de orientarse en medio de la incertidumbre; hay que ser capaz de navegar en un mar de dudas. Dudas alimentadas por voces que te reprochan cosas como que «esa raya no está en su lugar», o que te dicen que «te has vuelto a equivocar, asi no lo conseguiremos», que, que, que, y asi hasta el infinito. Son voces alarmistas y corto placistas que quieren ver resultados inmediatos, jueces implacables que te hacen dudar de ti mismo/a; no hacen más que pensar en «esto no lo podemos enseñar».

Esas voces reclaman insistentemente que tengas la goma a mano, que borres esto o aquello, que corrijas, corrijas, corrijas, y de tanto hacerles caso te acabas olvidando de lo importante, es decir, observar, mirar, medir con la mirada, evaluar, probar y plasmar. Dibujar es un proceso de construcción, no se llega nunca a la primera. Se van poniendo rayas que construyen una idea inicial, que se va corrigiendo hasta llegar al resultado final. Esa es la incertidumbre de la que quiero hablar.

Hay que entrenar la capacidad de navegar en medio de esa incertidumbre (esto es muy Zen), no tener miedo a equivocarse, no perder el rumbo, no dejarse llevar por el estrés, ni la angustia. Para entrenar esa capacidad una de las mejores fórmulas es «nada de goma de borrar«. Lo sé, da vértigo, pero solo al principio, y es la única solución para ganar confianza de verdad.

No os olvidéis de dibujar y de disfrutar dibujando.