Esto tiene casi más que ver con un ejercicio de nostalgia que con un ejercicio técnico, pero ayuda a evaluar los progresos, y además a «recuperar» dibujos que en su momento nos parecían estar en algún punto entre malo y horriblemente malos. Como ya dije en una entrada anterior, nunca hay que ser demasiado duro con uno mismo. El tiempo ayuda a tener perspectiva, y no hay dibujo que no tenga algún valor, aunque sea un valor sentimental.
Es además una práctica muy útil para encontrar imspiración. Si uno repasa antiguos sketchbooks se da cuenta que hay temas que son recurrentes, que vuelven una y otra vez. También técnicas y herramientas. Eso nos da una idea, por un lado, de que temas son importantes para nosotros, y por otro lado que técnicas nos gustan más y cuales deberíamos explorar para tener un bagaje más amplío.
Nos os olvidéis de dibujar, y de disfrutar dibujando.