Lucien Freud es un pintor que siempre me ha gustado. Su manera de retratar a las personas, sin la más mínima piedad, revelando su más absoluta carnalidad, ese envoltorio mortal que sabemos que se deteriora sin apelación desde el primer minuto de llegar a este mundo, me parece un ejercicio de sinceridad digno de ser apreciado. No hacía concesiones al modelo o a la modelo, ni a las corrientes tan actuales de querer ocultar todo aquello que no responda a los tiránicos cánones estéticos relativos a los cuerpos, que regulan que cuerpos son aceptables o no ─ aunque todos somos en cierto modo víctimas de esos cánones, también somos verdugos en más ocasiones de las que nos gustaría admitir ─. Somos carne, y nos lo recuerda. Las poses que le hacía adoptar a sus modelos, como de muñeco de trapo, sin la elegancia de las poses clásicas, también refuerzan la idea, para mí, de que los cánones son cánones, es decir modelos ideales a los que pocos, por no decir nadie, se acerca.
El dibujo que ilustra la entrada es un retrato al grafito, con algunos retoques de carbón. Retrata al personaje en tres etapas de su vida. Por supuesto no estoy a su altura como retratista, ni tampoco llego al nivel de crueldad que demuestra en su autoretrato más famoso. El tiempo pasa para todos y todos somos carne que se marchita, incluso Lucien Freud, como los retratos y desnudos que pintaba.
Nos os olvidéis de dibujar, y de disfrutar.
Buenisima aportación, no conocía a este artista, gracias!
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Gracias a ti por tu comentario y me alegro de que te guste Lucien. Llegó a ser el pintor figurativo más cotizado en los 90, maso menos.
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Esta genial.
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Gracias por la critica positiva y por el comentario.
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